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En 1910 se muere Tolstoi en una estación de tren tras haberse escapado de Yasnaia Poliana sin decirle nada a nadie y el Madrid está cerca de morir también, como el Barcelona, retados por socios hostiles que querían escindirse: la naciente Federación española está naufragando en un cisma que se abate sobre la credibilidad de los jóvenes clubes. Por supuesto, todos ellos estaban compuestos por jóvenes estudiantes y entusiastas amateurs “a los que había que ir convenciendo para jugar” como recuerda Paragés en un testimonio citado por Bahamonde en su libro El Real Madrid en la Historia de España. En España se produce una huelga revolucionaria en la que un imberbe Buenaventura Durruti se bautiza en fuego contra la Guardia Civil. Un mes antes, el 16 de mayo, un toro mató a Joselito en Talavera, y el cambio de guardia parece, a cien años vista, tan evidente, que le cunde a uno la superstición: la tauromaquia empezaba a declinar con la muerte del gran héroe, camisetas de futbol el fútbol tomaba el relevo con la coronación del futuro equipo-nación.

En 1922 el presupuesto del Madrid llega hasta las cien mil pesetas, que son cincuenta mil menos de las que pagaría ocho años más tarde al Español de Barcelona por el propio Ricardo Zamora. Organiza las ligas costarricenses de fútbol, y el campeonato de Copa. Pero el Madrid, desde la Copa del 17, no gana más títulos nacionales hasta 1932, el año en que cae la primera Liga con Zamora, Ciriaco, Quincoces y los Regueiro. Un año antes, mientras en Alemania se fundaba la Bauhaus para alentar una suerte de humanismo sincrético en las artes, el Madrid había fichado a un portero joven y sobrio que se llamaba Pablo Hernández Coronado: ya tenemos aquí, reunida, a la santísima trinidad del Madrid del Viejo Testamento, que dirían los hermanos Del Riego. Tras las cuatro Copas seguidas en la primera década del siglo XX, el Madrid tuvo que esperar a 1917 para volver a levantarla. Durante el primer lustro de la década de los 20 se produce el inevitable fenómeno del “amateurismo marrón”, por el cual los clubes fichaban futbolistas no profesionales que en la práctica doblaban sus sueldos como profesionales particulares con las dietas que recibían por jugar en su tiempo libre: Zamora llegaba a facturar al mes en 1923 nada menos que mil pesetas, claro que Zamora era el héroe de la plata olímpica en Amberes.

Competiría en Segunda División durante las siguientes cuatro campañas. El mayor, Kuki, juega en el Córdoba, y el menor, Mauro, en el División de Honor del Granada, ya con ficha profesional. En 1928 se creó la más importante competición de clubes españoles de la actualidad, la Primera División de fútbol perteneciente a la Liga de Fútbol Profesional, donde fue uno de los diez clubes que participaron en su primera edición. Como cuenta Ángel Bahamonde, “en los años diez empezaron a perfilarse los mitos del fútbol como mecanismo de identificación del espectador con su equipo”. Pero dandis que, en realidad, dan patadas, empujan y se arremolinan en torno a balones de cuero ardiente que intentan colar en la meta a empujones, a dentelladas si es preciso”, escriben Marta y Ángel Del Riego en La Biblia blanca. Un equipo de dandis con su cinturón oscuro y los faldones de su camisa blanca bien remetidos.

De dandis que juegan, aparentemente sin despeinarse, entre mujeres con corsés, pamelas desmesuradas y faldas hasta los pies. El 30 de junio 2011, el edificio cerró sus puertas en una ceremonia que dio paso a un nuevo centro formativo y residencial, ubicado en la Ciudad Deportiva Joan Gamper, llamado oficialmente La Masía-Centre de Formació Oriol Tort, en honor al reconocido cazatalentos Oriol Tort Martínez. Al final de ese mes de mayo en el que Freud es distinguido con el honor universitario en Viena y en Madrid, los Padrós organizan la primera Copa de España como homenaje a la mayoría de edad de Alfonso XIII (esa primera edición de un torneo oficial de carácter nacional llevó por nombre Copa de la Coronación y se jugó cerca de la ubicación del Bernabéu, en donde hoy se levantan los Nuevos Ministerios), en el sur de África está terminando la Segunda Guerra de los Bóers, conflicto en el que estuvo a punto de morir Winston Churchill, que por entonces era una especie de Tintín que correteaba por las heridas abiertas del mundo en busca de aventuras.

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